No entró hasta el portal, sino que se quedó mirándolo desde la lejanía, esperando a que se abriera o a que pasara algo. Sin embargo, el portal permaneció tranquilo. Frío entre las sombras.
El muchacho pensó. Fue entonces, ante semejante esfuerzo, que su cabeza entró en combustión. El dolor del fuego taladró sus cuencas, pero no gritó. No podía apartar la vista del portal, y de su quietud constante. Decidió acercarse de manera cautelosa. Al llegar al portal su cerebro era todo cenizas, pero apenas notó la diferencia. Se aproximó hasta que pudo alcanzar el portal estirando su brazo derecho, y lo tocó.
oh !!
ResponderEliminarMe encanta !
Es genial !!
Lo has escrito en mi cumple sabes ... xD
no, ahora en serio, me gusta mucho. Avísame cuando escribas mas cosas de estas tan chulis :)
Alaa!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, me alegro mucho de que te guste!
Felicidades retrasadas entonces xD!
Besos.